sábado, 22 de julio de 2017

EL FILETE RUSO


Las manitos de mi amor y las cosas que hacen sus cositas.
Me sonreí.

- Ahi tenés tu churrasquito, cometeló...


Diana me mira con amor. Un amor liquido y cristalino como el reflejo de la luna en un arroyo quieto.

Tuve suerte de encontrarla, y ella de econtrarme. Estabamos los dos parados como espadas oxidadas inútiles en el armario de un general muy olvidado. Eramos dos cosas gallardas y tristes esperando que se consumieran los dias.
Ahora esos dias ya no son así.
Hoy está ella usando ese vestido tan poco sofisticado pero encantador azul , a lunares blancos. El pelo está peinado con raya al costado hacia la derecha y lo sostiene un palito japonés laqueado en negro. Quien sabe. Las mujeres saben de esas cosas.
El filete huele muy bien. Huele CALIENTE..
Lo miro y está tan lindo y tan rojo que casi parece guiñarme un ojo, con sus arvejitas y su purecito.
La miro a los ojos a ella, que sonrie tiernamente. Entonces se sienta adelante mio con su vestido y su cara tan clara, tan clara y tan joven y tan vieja a veces al mismo tiempo.

- Sabés -, dice Diana - a mis abuelos y a mis tios abuelos los agarró la guerra en el cuarenta y tres en el Volga. Para cuando entraron los rusos de vuelta una vez que se fueron ya los habian cagado a tiros tan mal que no quedaba nada mas que gente para llorar, y cuando dejaron de llorar ya no podian llorar mas. Eso me decia mi vieja: nos dejaron sin lagrimas. Mi vieja me contaba estas cosas y me decia que tenia estas cartas guardadas que ella nunca quería realmente encontrar para dármelas o leermelas a mi. Tal vez fuera que mucho no le gustaba la idea de que la mutter recibia esas cartas mientras ella y su mama vivian acá no necesariamente con todos los lujos pero si con un techo que te parara la lluvia en invierno y que te tapara la mollera con el sol en febrero.

- Ahi en Entre Rios, donde me dijiste que vivian.
- Si, en esa chacra.
- La chacra que se la tragó la tierra inmobiliairia y nunca viste un peso ni vos ni tu vieja. La de la masacre de Texas.
- Sep.

Diana apoya el menton en un puño y me mira sin pestañear.


- A las alemanas del Volga se las cojían los rusos y los propios alemanes. Estaban en esta área de mierda, este área ambigûa donde no importaba de donde fueras porque en realidad no eras de ningun lado. Todos eran inmigrantes alemanes en Rusia en el área del Volga, eras un ruso blanco, y si volvias a Alemania despues de hacerte el ruso para no pagar impuestos altos y zafar de la circunscripcion, cualquiera de esas cosas te convertian en un vendepatria y en una puta. Y eso se pagaba con la bayoneta en la cara. Por un tiempo si tenias un lugar donde volver ya era algo bastante complicado. Habia ojos por todos lados y ningunos parecia ser ojos de un amigo, porque hasta los amigos que te veian volver, o los que se iban para irse de Alemania, tambien pensaban todos lo mismo, que estabas vendiendo el culo, que andabas en algo así como un sacrilegio total o en la magia negra.


- Eso te lo dijo tu vieja, amor? - dije yo masticando un trozo jugoso de churrasco con un colchon de arvejas humeantes y calientitas.

- Si y no. Eso no te lo dice nunca una madre o un padre. Te das cuenta por como te ven, la manera en que te ven, los comentarios muy aislados aqui y allá, es una mezcla de tristeza tapada con enojo y el enojo velando por un poco de verguenza. Una cosa que se arrastra con la edad en el lomo y uno lo vé y te das cuenta.

Diana puso una cara un poco triste y por un momento pensé que un ojo se le iba a arrugar y a lanzar una lagrima y hacer un agujero en el mundo, pero no lo hizo. Se rascó una patilla y apoyó el menton en las dorsos de las manos sobre la mesa y me guiñó un ojito.


- Una observa y recuerda.. Mi vieja tenia un armario grande que cuando se mudó fue cambiado por uno mas chiquito. Creo que en parte debe de haber sido como una continuacion de esa huida, ese recuerdo apestoso, esa mochila de mierda que siempre tenia en los ojos, en las pupilas, en los irises de acero, grises que tenia ella.

- Vos no tenes ojos grises, tenes ojos marrones..
- Si, los ojos de miedo me saltaron una generacion, tal vez los tengan mis hijos los ojos grises...
- Los nuestros, tal vez.
- Callate...

Diana resopla y abre sus enormes y comicos ojos marrones, los ojos de su padre, la mitad de la mitad siniestra.

- Esas cartas deben de haber llegado unas dos veces, tal vez una. nunca las ví. Que tal va el churrasquito?
- Adorable como tus ojos siniestros de tanto amor.
- Comé, callate y escuchá.
- Ok.

Diana prende un pucho aun con la cabeza sobre una mano, sobre la mesa, ahi abajo.


-Mi vieja me contaba que le contaban en las cartas que habia barrido todo con las bombas, y que lo que no se habia caido lo habian quemado, y que lo no se habia quemado lo habian vuelto a quemar.

"Mas vale un ruso poniendote una bala en la cabeza que un americano entre las piernas".
Parece que los rusos gustaban de jugar al tennis con los bebés y pasarlos de lado a lado con las bayonetas. Siempre fueron quilomberitos esos rusos. Nunca conocí a uno que no fuera un amargo. Y les gusta. Son de hierro, por dentro y por fuera. Muy lindas mujeres, los tipos no tanto, a menos que sean millonarios, entonces se les ablanda la cara, y se les para la pija.
- Conociste muchos, amor mio?
- Solo uno, amor mio, solo uno.-susurra Diana entornando los ojos.
- Hace mucho tiempo atras.
- Oh yeah, el ayer que siempre vuelve...

Yo trago otro pedazo del churrasco esta vez con una gran montaña de puré mantecoso.

- Ta rico esto.-,le digo.
- Las recetas de mamá, una de las pocas cosas de valor que me dejó. No te olvides que con mi adn, si alguien te quiere y te cocina rico es para que vos sigas viviendo para que te puedan seguir rompiendo las pelotas.
- Suele suceder.
- Si, suele. Entonces, mi vieja me contaba que quedaba en un lugar una chacra, en un lugar indenominado. Habian matado y baleado todo y bombardeado todo y lo unico que quedaba era un gato. Un gato gordo y estupido como todos los gatos gordos y estupidos y meones: confundido y gordo, ridiculamente gordo, ahi entre las ruinas. Era la unica criatura a la que se le habia respetado su cuota diaria de amor y de ternura y de cuidado, su derecho divino. Resulta que el gato estaba mucho mas proporcionalemnte gordo que las personas que lo cuidaban, que de hecho no tenian mucho para comer, por no decir nada, no? Todos se miraron los unos a los otros ahi a la noche, tenian un poco de petroleo y una lampara, y escribieron sus nombres en unos papelitos e hicieron una votacion escrita que sacaron de una olla vacia. Habian escrito una de dos cosas: O escribian "sí", o escribian "no".  Ganó el sí. y sacaron los papeles de la olla, la pusieron al fuego con un monton de agua, como para hacer una sopa sin sopa...
- Existe eso?
- Sí, si es que te vas a comer a tu gato. Mataron al gato, que a todo esto nadie decia saber de quien carajos era el gato. Pero todos sabian que eran de unos vecinos. Deshollaron al gato, no se de que color era, me lo imagino como esta cosa gorda... o mejor dicho espero que hubiera sido gorda. Marrón. Gorda y marrón, de un marrón dorado, con una gran cabeza y grandes ojos amarillos, como una sopa de carne de gato de oro.

No dije nada. la historia era real y vos te dabas cuenta por como la contaba, y entonces a Diana se le cayó una lagrima de el ojo derecho y después una de el ojo izquierdo y un velo de nubes tristes cruzó la cara de toda la vida de la mujer que mas amo y mas admiro en el mundo.


- Me lo dijo mi vieja que le contaban en las cartas. Mataron al gato, para que no hiciera ruido, ahi en la obscuridad, cerca de un gallinero sin gallinas. No quedaba mas nada. Le rompieron el pescuezo, sin un sonido. Despues lo deshollaron y despues lo carnearon. Lo faenaron de tal forma y tan a conciencia que no dejaron ni una sola tripita sin cocinar. Lo lavaron bien, lo extrusaron bien. Quedó todo limpio, bien lavado, y lo hirvieron, y cuando terminaron todos de comer ahi en medio de la semipenumbra se hicieron todos un ovillo entre las ruinas. Nadie estaba ni protestando ni vomitando. Ponele que era un bocado... medio gorrion en tu boca y tiene el sabor del cielo, como cuando la panza se te estruja de hambre inclusive comiendo cuatro comidas y media todos los dias y TENÉS HAMBRE  y aun queres mas, y sentis que te vas achicando y te vas achicando y achicando cada vez mas y mas y mas hasta que no queda nada de vos mas que este hilo de voluntad, que es frio como el hielo, es como estar muerto en vida pero sin poderte morir por mas que te querés morir.


Dejé el tenedor y el cuchillo en el plato. El jugo del filete hizo un semicirculo en el plato y fue a juntarse con la esquina del puré y las arvejas, se escurrió debajo de las verdes arvejas y ahi abajo se fué la sangre a esconderse.


- Uno tiene que validar lo que le da la vida y siempre hay que probarle a alguien que uno vale y que se merece lo que uno tiene, lo que uno gasta y lo que uno quema y consume. Es como que en cada par de ojos en cada par de bocas en cada par de tetas en cada par de hoyos vaginales en cada hálito de vida hay alguien que tiene que venir a preguntarte el como y el porque y con que derecho uno hace lo que hace. Es un poco injusto y me hace pensar en pistolas y en cuchillos y en irme a la mierda de todo.

- Y si, suele suceder. Yo no te pido esas cosas pero no me sorprende que a vos y a mi nos pase. Por suerte nunca, creo, y digo creo, nunca vamos a tener que comernos al gato. Mish Mash es demasiado buen con nosotros y nosotros con el. Tan saludable y tan gordito y tan tierno. Siempre meando por ahi. Esos dias de guerra se terminaron, amor. Ya no hay ninguna carta mas por buscar. Tu madre se fué y a donde se fué ese lugar solo lo conoce ella y Diós, y está ahi porque todos terminamos ahi con las razones que encontramos en la vida para preguntarle entonces a la muerte.
- El viejo y querido Mish Mash. Mish, el gato obeso.
- Nuestro gato dorado de la suerte, el gato con mas suerte del barrio de la guerra.
- Amor.
- Que.
- Te gustó el churrasco?
- Claro que me encantó. Dejé de comer. un segundo, solo un segundo. Mirá, ahi empiezo de vuelta.

Diana le da una calada roja y enorme a su Le Mans en el silencio sepulcral de la cocina.


- Mi abuela se vino en el crucero Hamburgo en una fecha no especificada. En el Centro de Estudios Migratorios de Sudamérica hay dos nombres con veinticinco años de diferencia, y lo unico que sé es que la vieja de mi vieja se vino con una pistola escondida enrollada en el delantal de trabajo mientras se cagaba de frio en tercera clase porque estaba convencida de que se la iban a dar. de que la estaban siguiendo o de que la iban a venir a buscar. "A mi no me van a tocar esos hijos de puta". Mi vieja tambien tenia esa cara. Esa cara de " a mi no me van a tocar", pero ella parecia haber sido tocada. Cargaba un peso, de eso estoy segura. Lo tenia en esos ojos de hierro y en ese caracter de hija de puta que, no importa lo que hicieres, no importaba si escalabas la montaña mas alta con el corazon en la mano, nunca le era suficiente. Y tenia esa risa, esa risa hija de puta que te atravesaba el alma y te dejaba fria. Te empequeñecía cotidianamente. Y a veces estábamos en la mesa, comiendo, y entonces te miraba desde la otra punta de la mesa y a vos se te hacia un nudo en la garganta, como si todo lo que hubiera por venir fuera negro. muy negro y muy sucio. Eso: sucio. Comé, Robert.


Diana apaga el cigarro en el cenicero en la mesa y una columnita de humo marrón y muy azul se va hacia el techo y despues desaparece..


- Pero bueno, es lo que hay, no? Uno come y crea lo que hay a mano, primero viene una cosa, y despues viene la otra, y despues vienen los hijos, y de tal palo tal astilla, no?


Diana se para al lado de la mesa con un puño apoyado en la mesa y la otra mano en jarra en la cadera, con los ojos descansando en un horizonte a dos mil kilometros de distancia. Entonces preguntó:


- Una cervecita?

- Que hay?
- Todo alemán.
- Nah, despues me tomo un matecito de postre, amor.
- Mate de postre?
- Si, la infusión nacional tan a buena honra, por la que juramos con gloria morir.

La atrajé hacia mí con fuerza pero cariñosamente y le di un beso en el flanco y apoyé ahi el costado de la cabeza y entonces me di cuenta que estaba temblando un poco. Ella. A veces pasa que uno está con alguien que siente y sufre y todo es expelido en grandes oleadas de sentimientos. Puede ser dificil vivir con alguien al principio, así, pero una vez que lo probás, despues las otras mujeres son todas insulsas, como una baratija de premio de feria pobre. Y un corazón enorme es como una joya maravillosa en una corona, y nadie quiere ser pobre tres  o cuatro veces hasta que se te pasa la tara o se te va toda la vida, no?

Me metí otro bocado de churrasco con puré y arvejas a caballo. estaba un poco mas duro, menos caliente, y me traía reminiscencias de viejos sueños, de viejos rios cruzados a nado, a un talante férreo de Europa del éste, y en la cara de mi amada se cruzó un rayo azul y bestial y noté un gran silencio en la casa, y no me importó mucho, o por lo menos no demasiado porque soy fuerte de estomago y siempre me gusto eso de probar cosas nuevas, pero el silencio de la casa era de una limpieza salvaje, impecable y palpable, como si a todo Buenos Aires se le hubiera parado el corazón, y entonces Diana me dijo sin un sonido: "Te quiero", y se levantó por encima de la mesa y me plantó un beso en mi mejilla llorosa y se dio vuelta hacia la habitacion contigua, quitandose el vestido azul y debajo de la tela azul a lunares y debajo de su suave y blondo cuero cabelludo parecia ser todo de huesos pelados y brillantes como la luz de la luna en un arroyo primitivo de hace un millon de años y me asió a la espina este terrible, terrible cansancio, y entonces el tenedor se cayó de mi mano y mi mano subió a mi boca, porque de mi boca salìan sonidos tan viejos que temí morir de pena.

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