viernes, 12 de enero de 2018

MIERCOLES 10 DE ENERO, 2017

Librero hablando acaloradamente por telefono: "Yo me voy a ir para que no me forreen mas, vendo el doble que el otro!". Cuelga. Tiene perlas de sudor en la frente y en la parte de arriba de la calva. Le digo: "Si necesitas gente para atender...". Me explica que habla así en ese tono con el dueño casi todos los dias. Ahora va a atender el OTRO local, pero antes va a tratar de darle con un palo en la cabeza. "ESTE!", dice, y saca un tarugo de cuarenta por cinco con mugre en una punta de abajo de una pila de libros. "ES EL QUE LE DOY A LOS QUE AFANAN LIBROS! Y LA MAYORIA SON MUJERES!" "MUJERES?, ME JODÉS..." "SI, VIEJAS!" "LAS PUEDO VER A OCHENTA METROS Y SÉ QUE LIBROS SE VAN A AFANAR!". Sigue hablando, yo miro el palo de vez en cuando y el libro que espero que me envuelva para regalo. El tipo lo mete en una bolsa, en una bolsa de plástico de la LIBRERIA DE ENFRENTE. Un tema de remoción de propiedad con motilidad ecupénica. Ahora tiene dos salarios. De repente ya no tengo ganas de vender libros de saldo en Corrientes. Pienso, este tipo no sabe que cuando trabajaba en la OTRA libreria yo era el que embolsaba magazines porno y libros de ciencia ficción de Bruguera con descuento de cinco dedos en la década del noventa. Mi piel era blanca, nadie pensaba mucho en el cáncer, en cañerias pinchadas, en el Alzeihmer, o por lo menos yo. No me da verguenza. Me complace pensar esto. Uno hace lo que hace y lo que hace lo tiene que hacer bien. Ya lo dijo Alberto Castillo: los mejores libros son los que nos regalan o los que nos robamos. El tipo ese con las perlas de sudor en la cara, cuarenta de térmica, chomba blanca, fotos de la hija en el celular, fotos de el cierre de la otra libreria. Siento compasión azul y asfixiada por él y por mí. Mas por mí: el tiene el palo y sabe que hacer con el. Yo el mio lo tengo escondido.

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